En el mundo del fútbol existe un comentario común al 99% de las aficiones: “yo solo le pido a los jugadores que peleen y se dejen la vida”. Todas ellas lo comentan como si fuese algo único y exclusivo suyo. Los seguidores del Atlético te dicen que es la seña de identidad del cholismo, los del Athletic sugieren que es la única manera de igualar su déficit de talento respecto al resto, en la selección uruguaya es la “garra”, en Argentina, “el huevo”. Diferentes formas de aludir a un mismo concepto, concepto que no deja de ser una media verdad.
Los jugadores del Atlético de Madrid llevan peleando de la misma manera casi diez años, con resultados deportivos variados. ¿Por qué este año va líder y los últimos dos o tres perdió LaLiga en octubre? ¿Corren más? No, pero en punta juega Luis Suárez y no Morata-Costa, una mejora futbolística evidente (hay más factores, evidentemente).
Tras estas dos últimas dramáticas campañas en clave Celta se volvió a recurrir al tópico de recuperar la intensidad, algo que pareció quedar resuelto con la llegada de Coudet y su consecuente racha triunfal. El Celta volvía a “correr”, “pelear” y “luchar”, el equipo ya “nos representaba” a todos porque se dejaban la vida en el campo y demás historias. Ojo, no negamos que esto pueda tener cierta influencia (extra de motivación por nuevo entrenador, etc) pero con el paso de las semanas parece claro que los 16 de 18 puntos estuvieron más basados en cuestiones técnico-tácticas que en “afouteza”.
Desde la visita del Eibar a Balaídos los partidos celestes han estado marcados por unas señas de identidad claras. Muchísima brega (roce, contacto, protesta, simulación), pocas oportunidades para ambos equipos y escaso fútbol atractivo. Así ocurrió en Granada, Valencia y ante Elche o Valladolid. La única excepción tuvo lugar en el Wanda Metropolitano. Como es lógico, esto ya no gusta al grueso de la afición, ¿por qué motivo? Pues es lógico, la pelea y el corazón están bien pero la gente quiere ver fútbol.
El Celta de febrero-marzo 2021 tiene mucha intensidad, pero personalmente, “dame un poco menos de intensidad y algo de fútbol”. Los partidos de 40 faltas y 8 amarillas no le gustan a nadie, ni a aquellos que reclamaban “competir” como lo hacen Osasuna, Eibar y otros que tienen menos recursos. Cuando han visto lo que es ya no parece tan bonito. Normal.
¿Dónde está el error de concepto? Seguramente (opinión personal) en confundir “intensidad” con “ritmo”. El Celta bueno es el que encadena ataques, combinaciones cortas por banda y roba cerca de área rival. Junta a Aspas-Brais-Mallo en derecha y genera jugadas, si al llegar al último tercio se pierde la pelota están Denis y Tapia cerca para recogerla y volver a dar. De esta forma se produce sensación de velocidad y vértigo, la movilidad parece mayor y la defensa empieza a sentir la presión. La intensidad y pelea es la misma que cuando estás saltando a 5 balones divididos por minuto, pero el espectador (y el rival) lo perciben de otra manera.
Durante el partido del pasado domingo ante el Valladolid solo hubo un par de minutos con este tipo de fútbol (25-26’). El equipo hiló tres jugadas por derecha que desembocaron en centros rasos. No remató, no inquietó a Roberto, sin embargo el narrador de M+ comentaba que el Celta se había hecho con el partido y se mostraba peligroso. La realidad es que no había tirado a portería, a diferencia del Valladolid, que había tenido un aviso, pero la sensación colectiva es que algo estaba cerca de pasar en beneficio vigués. No pasó, el equipo se diluyó y todo fue a peor.
En relación con esto el propio “Chacho” Coudet realizaba una reflexión interesante en la previa del choque. El argentino explicaba -con mucho tino- que la ausencia de público perjudicaba claramente la propuesta del equipo. El motivo lo hemos comentado en el párrafo anterior, esa sensación de “asedio” que puede generar el Celta tan fácilmente con un par de jugadas se vería sostenida por el empuje de la afición. “Puede elevarnos mucho más con público, la idea favorece cuando tengamos público” fueron las palabras del míster. No es ninguna tontería, esa clásica sensación de estadio y equipo yendo en tromba a buscar el gol muchas veces tiene influencia en la psicología del partido.
(Inciso: hay ganas de vivir la experiencia Chachoneta en primera persona)
Cerrando con este paréntesis, Coudet también mencionó la diferencia en propuestas que se ha encontrado. “Que un equipo local te salga a esperar y te ceda el protagonismo… Después no va a ser lo mismo cuando haya público me parece a mí”. A nuestro modo de entender, clara referencia a los planteamientos de Real Madrid, Real Betis o incluso Atlético de Madrid ejerciendo de locales ante el Celta. Todos sabemos que si el Real Madrid se pasa 30 minutos cerrado en su campo sin tocar casi balón (aunque no sufra remates como fue el caso) el run run que se generaría en el Bernabéu les haría ir al frente y exponerse mucho más. A eso se refiere el “Chacho”.
La dura y triste realidad es que por el momento no hay perspectiva de público en los estadios, por lo que nos centraremos en el panorama actual. El bajón de juego celeste pasa por diferentes factores, desde el clásico “a Coudet le han pillado el truco” a la bajada de rendimiento individual de algunos futbolistas, pasando por los inevitables problemas de lesiones-sanciones. Empezando por lo primero, puntualizar una cosa: no nos engañemos, al “Chacho” le habían pillado el truco desde su segundo partido.
Es decir, se comenta mucho en 2021 que “todos saben que tapando a Denis tapas al Celta”. Bueno, esto es cierto, pero esto lo sabían también en diciembre y el Celta ganó cuatro partidos seguidos. Con la cantidad de miembros que hay en los cuerpos técnicos de hoy en día y la claridad de la idea de Coudet es sumar 2+2, desde el partido del Pizjuán se vio que el de Salceda era la clave del juego. De hecho, el 0-1 del Granada en el segundo partido con el argentino viene de una pérdida de Denis en salida. Obviamente, como después se ganó esto pasa desapercibido, si pasase hoy diríamos que el míster “no tiene plan B” y cosas por esta línea.
Otro factor evidente es el bajón del propio Denis. Tapado o destapado, su mejor partido en 2021 tuvo lugar en el Wanda Metropolitano, sin lugar a dudas la mejor actuación colectiva también. Aquel día, ya sea por propuesta táctica del rival, inspiración propia u otras razones el “6” pudo encontrar permanentemente a Brais-Aspas-Mallo-Aarón en tres cuartos, dando la fluidez añorada al fútbol celeste. También pudo influir en este hecho el otro aspecto comentado previamente: aquel día se jugó con el once ideal. No así ante Eibar (sin Aspas), Granada (sin Denis), Valencia (Aspas y Brais) o Valladolid (Nolito). Es evidente que el equipo depende mucho de sus “seis de gala” de mediocampo hacia arriba.
Por último, el domingo comentábamos esto en nuestro Twitter


Aparentemente el equipo ha optado por reducir riesgos en salida al hilo de los puntos “regalados” en jornadas anteriores, ya sea por orden del míster o “miedo” (bien entendido) de los jugadores una vez se ven en esas situaciones. El problema que surge de esto es lo de siempre, el tópico millones de veces explotado de la manta corta. La Chachoneta original jugaba a tumba abierta, provocando partidos de 4-2, 3-1, 4-0, 0-4, etc. Fútbol de riesgos, equipo adelantado y ritmo constante. Seguramente la propuesta para muchos de nosotros.
A partir de ahí entendemos que a todos, desde plantilla a afición nos surgió la misma duda: si con este potencial ofensivo nos cuidamos un poco en riesgos, en vez de meter 4 goles meteremos 2 pero en vez de encajar 2, no encajaremos ninguno (quick math). No te engañes, tú también lo pensaste en su día. Lástima que el fútbol sea una ciencia (?) inexacta.
Siguiendo con los tópicos y regocijándonos en nuestros fallos, se dice también que el ser humano es el único que tropieza dos veces con la misma piedra. Bien, si no recordamos mal en campañas previas pensamos: si tienes a Aspas-Mina-Rafinha-Denis o Aspas-Maxi-Sisto solo tienes que meter tres centrales, tendrás una defensa mucho más segura y los goles a favor seguirán llegando. Todos sabemos cómo acabó aquello, pero si no lo recuerdas, te ayudamos. Óscar Rodríguez rematando alto en el 95:41, 19 de julio 2020.
Volviendo a lo que nos ocupa, si el Celta quiere volver a ser lo que fue va a tener que retornar al camino del riesgo. Causará más de un disgusto pero evitará el verdadero drama que sería convertirse en un equipo plano y previsible como las últimas dos temporadas. Procedemos a analizarlo con algunas imágenes extraídas del partido
Denis tiene pase a Mallo en banda o interior a Iago Aspas, así como un movimiento de Brais a la espalda del moañés. El Valladolid -ligeramente- descolocado.
El de Salceda opta por tocar seguro hacia Araujo y volver a empezar. Se vuelve a ordenar el conjunto pucelano, mientras que Aspas-Brais-Mina paralizan sus movimientos ante la lejanía del balón. Oportunidad perdida.
Respecto al planteamiento defensivo del Valladolid, ideas muy claras: taponar tanto a Denis como a Tapia, liberando al central más alejado de balón para que sea permanentemente él el que asuma la salida. Lógicamente, tanto Murillo como Araujo son futbolistas menos dotados que los centrocampistas para ejercer este rol. El conjunto pucelano no tiene ningún problema en que ellos progresen. Lo vemos
Renato con balón entre centrales y el “6” completamente encerrado en la siguiente altura. Sergio le ahoga juntando líneas entre centro del campo y delantera. Aunque en este corte puede no verse tan claro, Óscar Plano (rodeado) está más pendiente de acudir a tapar a Denis que de una recepción de Murillo.
Finalmente a Tapia no le queda otra que acabar jugando con su central (lo que quiere el Valladolid) y Weissman se lanza encima de él, cerrándole su derecha (pierna buena) y obligándole a progresar y salir de zona. Como vemos en imagen, Denis sigue completamente tapado. El Celta cayó en lo que buscaba el Valladolid
Como última imagen y para no sobrecargar demasiado con cortes similares, muchas más situaciones de Denis devolviendo de primeras en lugar de arriesgar e intentar producir algo más. Recordemos que los goles ante Villarreal y Betis vienen por intentar girarse en acciones del mismo estilo. Consigna clara o lección aprendida por parte del futbolista. Igualmente, el equipo necesita más. En imagen se observa lo desarrollado en el párrafo anterior, Plano colabora en cerrar al “6”.
Evidentemente, tres o cuatro pantallazos no explican un partido de fútbol, partimos de que se entiende esto. Seguramente en cualquier jornada encuentres cortes similares. Aún así, existen ciertos síntomas para poder afirmar que sostienen la idea de este texto. Al mismo tiempo, la idea no es ni mucho menos señalar a Denis Suárez, simplemente que la idea del “Chacho” le convierte inequívocamente en termómetro del equipo. Si rinde, bueno. Si no le encuentran o está errático, malo. Se simplifica bastante en esto.
Concluyendo por hoy, el Celta tiene que volver al camino del ritmo, a la combinación rápida, al riesgo. Llevar el balón a campo rival y recuperarlo allí. Evitar caer en el toque cómodo y previsible. De cualquier otra forma es imposible potenciar a los de arriba. Para que Aspas brille tiene que recibir quince balones en 3/4 por mitad. Si le llegan solo dos es muy difícil que acierte. Para que el trabajo de Brais-Mina-Nolito (o Solari) sea útil, lo mismo. La intensidad y el esfuerzo ya están. Ahora solo falta el fútbol.