En Twitter Inversión se dice que cuando tus familiares o amigos (ajenos al mundo de la inversión) te hablan de un stock determinado es momento de vender. Es el caso de GameStop, que cuando se viralizó en los noticieros mundiales ya llevaba tiempo cayendo en bolsa. También el de Bitcoin o Tesla. Cuando el mass-media lo entiende el activo pierde interés.
De la misma manera, la intuición dice que algo similar pasa con el xG y la difusión de la estadística avanzada en el fútbol. Cada vez son más famosas cuentas como @xG_Philosophy [150k seguidores en Twitter y un libro al estilo vende-crecepelo]. El número de seguidores no dice mucho pero da a entender que los Expected Goals son un concepto ya conocido. Hasta se usa en SkySports y periódicos.
Como vemos, ni siquiera hace falta entender los Expected Goals para divulgar sobre ellos. Refinement culture!
En la newsletter de esta semana vamos a tratar un tema que, quizás, nos haga quedar como hipócritas. ¿Por qué? Ubiquémonos, los que nos seguís desde hace tiempo seguro sois conscientes de la importancia que le damos a la estadística avanzada (sobretodo xG y derivados) para sacar conclusiones sobre nuestro Celta. De hecho, en #LVN1 os explicamos qué es el xG y por qué es importante en la industria futbolística.
Pues bien, digo que vamos a quedar como hipócritas porque en esta duodécima edición vamos a rebelarnos contra la métrica deportiva y lo relacionado con la cuantificación del fútbol. Veamos por qué.
Seguramente en los últimos tiempos hayáis escuchado eso de “cada vez el fútbol es más aburrido”, “ya no hay mediapuntas” o incluso referencias a los musculosos Alphonso Davies y Leon Goretzka, “los nuevos futbolistas modelo”. Ya, ninguna de las afirmaciones es completamente verídica (de hecho, ¿están relacionadas?). Podríamos debatir que el Huesca-Celta de hace par de semanas fue un partido entretenido, que Messi sigue brillando o que Pedri, “pese” (?) a su físico y edad está asombrándonos a todos.
Lo sabemos. Con todo, hablamos de tendencias y no de verdades absolutas. No hace falta data sobre el tema; cada vez cuesta más encontrar jugadores tocados por la varita. Sin estar seguros de ello, pues el fútbol es un sistema muy complejo en el que hay infinidad de variables, creemos que la cuantificación del fútbol ha llevado a su degradación, ¿por qué? Mmmm.
Recomendamos leer #LVN1: “¿Qué es el xG?”
Una verdad algo oculta del mundo del deporte profesional es que hoy en día muchos de los mejores (analistas) no trabajan en clubes o agencias, sino en la industria de las apuestas deportivas. Porque los salarios son mejores y porque siempre llevan años de ventaja. Sin ir más lejos, las directivas de Brighton y Brentford (posiblemente los dos equipos de fútbol mejor administrados de la última década) están formadas por ex-apostadores profesionales que, tras hacerse de oro con fútbol, galgos, póker y modelos matemáticos, compraron sus clubes locales y les están llevando a la gloria.
En ambos casos, su modelo de éxito estuvo ligado al xG (y otras métricas y derivados matemáticos que, gracias a Dios, desconocemos). Hoy en día todo el mundo ha oído hablar de la métrica, pero el Brentford lleva usándola desde 2012. Ocho años de ventaja competitiva que se han traducido en 3 ascensos y rozar la Premier. Cuando el Brentford en 2014 ficha a Jota Peleteiro el Celta no era consciente (porque no sabía valorarle) del jugador que estaba dejando escapar, el Brentford sí.
Traemos a colación el tema de las apuestas deportivas porque, aunque hoy en día todos los clubes lo utilizan (incluso mal, aquí unas declaraciones del presidente del Betis sin tener ni idea de lo que habla), el xG viene de ahí.
Con el objetivo de perfeccionar sus algoritmos y cuotas, las casas se dieron cuenta de que, por nivel de predicción, los Expected Goals eran un mejor estimador que la diferencia de goles o los puntos conseguidos. Los clubes no inventan nada (aunque hoy en día Barça con Barça Innovation Hub e incluso Celta con Celta Lab lo intentan. Refinement culture), simplemente se contagian de lo que ven y reaccionan en cuanto pueden, muchas veces tarde y mal.
Veamos las causas de la degeneración.
A saber, los clubes guiados por el xG se centran en “crear el mayor número de buenas ocasiones posible el mayor número de veces posible”. Y cómo se consigue? Con ritmo alto, usage bajo (el balón debe quemar), pases cortos, tiros próximos a la portería y cutbacks (pases de la muerte). Cuando los clubes se entrenan para esto a pequeña escala (o en 2012) vemos casos como los del Brentford o Bodo Glimt; éxito. Cuando todos los clubes de LaLiga fichan y se preparan para ello la ventaja competitiva poco a poco desaparece, ¿qué ventaja supone tener un analista táctico/datos cuándo todos los equipos tienen uno?
Si esto pasa, si los clubes se centran en maximizar la eficiencia de sus ocasiones, los entrenadores van a (inconscientemente, no de un día para otro) sacrificar en todo lo demás, ya sea regate, técnica, tiros desde fuera del área o los intangibles; la magia. No es un sacrificio directo, los entrenadores nunca le van a decir a sus futbolistas “no regatees, estás haciendo el fútbol demasiado entretenido para el aficionado”, sino que con el paso del tiempo y la implantación de métodos de entrenamiento cuantificables (por el xG y demás métricas, “lo que no se mide no se puede mejorar”), la “magia” va a desaparecer sola.


Antes, cuando de un jugador se decía que “paraba el tiempo en la frontal del área” entendíamos que la magia estaba a punto de suceder. Hoy en día para Nagelsmann y Klopp sería señalización de “falta de ritmo”.
Sí, es una exageración pero relata el problema: anteponer cantidad a calidad. Emancipémonos contra el fútbol métrico alemán.
El xG se creó para tratar de corregir lo imprevisible de la naturaleza “low-score” del fútbol. Y está acabando por hacerlo un deporte previsible tanto en input (la manera de crear ocasiones) como en output (los resultados). Se pierde la “magia”.


Se pierde la exclusividad y la diferenciación, en las canteras de grandes clubes se obliga a los pequeños a sacrificar “su” fútbol genuino (regate, pisaditas, fintas) para entender el esquema colectivo y ser más “eficiente”. En el Celta B esta temporada un jugador del talento de Iker Losada ha llegado a jugar de lateral. Los futbolistas cada vez son más parecidos. Nolito y Aspas (criados fuera de las grandes academias) destacan por ser rara avis. A Denis Suárez (teniendo posiblemente más talento natural que ambos, pero habiendo emigrado a ManCity y Masía) le cuesta destacar, está sobresaturado, quiere estar en todos lados a la vez y no consigue imponerse.
Los scouts tradicionales, capacitados para encontrar talento genuíno y “magia”, están siendo reemplazados por analistas de datos preparados para rastrear WyScout y encontrar a los mejores xG+xA90 en ligas desconocidas. Se pierde la magia, sólo importa el output, no la manera en que se genera. El fin y no los medios.


Todo esto es tangencial, como indica @xamamimus en el hilo anterior, a la cultura del refinamiento. Qué es la Refinement Culture? No vamos a extendernos sobre el concepto, pues para ello tenéis esta newsletter de Paul Skallas (aka LindyMan) y su feed en Twitter. Simplemente trazaremos la intersección.
Nuestro amici Paul entiende por “refinement culture” un movimiento algo abstracto, difícil de encuadrar. Grosso modo, aplicable a toda actividad humana (¿?) cuantificable en métricas. Quizás sea más fácil poner ejemplos.
La cultura del refinamiento nace del creciente interés capitalista (de capital, esto no es una crítica commie) de optimizarlo todo.
Puede reflejarse en el márketing, cuando se optimizan anuncios y logos atendiendo a métricas reales y cuestiones de “adaptarse a los nuevos tiempos”. (LindyMan usa mucho este ejemplo)
Puede reflejarse en las decisiones tomadas en una carrera profesional. En términos de acceso universitario, ¿Cuántos amigos tenéis que se han metido a estudiar ingenierías porque “tiene salidas y buen sueldo”? Aquí uno, fracasado. O, ¿cuántos se han metido a medicina (sin o con escasa vocación) simplemente por tener media como para acceder?
También en términos de crecimiento; “Este mes debo esforzarme al máximo si quiero ese ascenso y aumentar mi sueldo en un 7%”. Plegarse a las métricas, suena familiar.
Puede reflejarse en el fitness. Otra vez lanzamos pregunta, ¿cuántos amigos tenéis que se hinchan a comer y tomar batidos de proteínas para “cuadrar macros” (otra vez; métricas)? ¿Y la suplementación, creatina y vitaminas? ¿Por qué? Mmmm.
“Hoy he hecho cardio, he quemado 765 kcal, un 87% de mi objetivo dirario, me lo ha dicho mi reloj inteligente” Ok.
Puede reflejarse en las vacaciones. Viajar una semana a Londres y planificar absolutamente todos los días de 7:00 a 21:00, no dejando espacio para la improvisación, asegurándose de comprar la bolsa plástica impermeable de Harrod’s y subiendo story a Instagram en la estación 9 y ¾, la noria (sin pagar los 80 napos por subirse) y Camden Town (quizás en algún espectáculo de malabares o así). Pero también pensando “he subido ya 4 stories hoy, la gente no las va a ver ni apreciar, mejor las borro y me las guardo para dentro de 3 meses en plan throwback”. Optimizar, optimizar, optimizar.
Perdón por irnos por las ramas, sabemos que estáis aquí por el Celta. Simplemente dos imágenes más, presentadas sin comentarios, que ejemplifican la cultura del refinamiento:
¿Cuál es la conclusión de todo esto? Puede que no la haya. Puede que eso de que “el fútbol es cada vez más aburrido” sea un mito para romantizar con el fútbol del pasado, menos exquisito y vegano. Afirmar a ciencia cierta que el xG se está cargando el fútbol es quizás excesivo. De hecho, ¿nos estamos cargando el fútbol? ¿Está el fútbol yendo a peor? Mmmm.
Gusta pensar que el xG provocará la putrefacción de todos los sistemas de juego, que los “analistas tácticos” conocerán tan bien los puntos débiles y fuertes de sus rivales que se anularán entre ellos y nos llevarán a un espectáculo gris, feo y aburrido del que nos hartaremos. La gente dejará de ver fútbol por la TV, preferirán ver El Giro o incluso Golf, los contratos televisivos se perderán, los clubes se verán con el agua al cuello por no saber cómo mantenerse a flote…
Hasta que un día, en un Eibar 0 - 0 Valladolid, debutará [de casualidad, tocaba rellenar el banquillo pues 5 de los 11 titulares del equipo se han roto el LCA para 6 meses haciendo crossfit para “amortiguar mejor las cargas y presiones del rival” (nuevo fútbol, no lo entenderías)] un chavalín resacoso, delgaducho, triste y pasivo, que no sabe presionar, a quién Mendilibar le echa 5 broncas consecutivas por “no perfilarse” correctamente o “no seguir a su par”, pero que recibirá el balón en 3/4, tirará un caño, escupirá a un rival cuando el árbitro no ve (“¿Se ha olvidado del fairplay este chico?”) y decidirá el partido con un tacón à la Orellana.
“Coño, por este chico merece la pena pagar una entrada”